jueves, 17 de noviembre de 2011

DEEP Nº8 (Publicado en febrero de 2007)

La boca del infierno nos atrae como un imán de grandes proporciones en un taller de tornillos.

La luz cegadora que sale de las cloacas nos busca para quitarnos lo que nos sobra, aparentemente, porque lo que de verdad nos reclama es la totalidad de nuestra carne.

La tapa de las profundidades se abre y se cierra millones de veces por segundo y traga heces, vómitos, sangre y orín.

El sumidero es la metáfora de la muerte imponiendo su presencia con la fuerza de los días y desde que nacemos nos recuerda el plan de la vida mostrándonos la dirección final, el último objeto de la existencia para cumplir el único sentido a todo. Coger para tirar, respirar para ahogarnos, vestirnos para desnudarnos, despertar para dormir y saludar para despedir.

La taza del váter desnutrida de colores apuesta a que tarde o temprano será usada por quien ha comido y bebido. Y con una sonrisa azulada pícara espera recoger los desperdicios de lo que estamos hechos. Su historia es la nuestra. Se siente como la cámara que filma nuestras miserias. Si pudiera hablar, callaría. Podría contar nuestras intimidades en cualquier programa basura de los sábados. Podría hablar de sexo y drogas en su tapa. Podría decir lo indecible en cuanto a despojos, ingratitud y pérdida.

La fotografía expone la insaciabilidad del sanitario con la boca abierta sin dientes pero con la saliva de su carga de agua dispuesta para su expulsión si estiras de la cadena. Cadena prácticamente desaparecida en el mundo occidental que hace del disimulo ante lo desagradable su bandera, para intentar borrar lo imborrable con un patético esfuerzo de decorar con elegancia la mierda más insoportable.

Ahora, alguien aprieta con ahínco un esfínter envejecido y el infierno se queda sin su parte del pastel. Pero allá abajo, en el corazón de la tierra, donde las tuberías no llegan, Virgilio acompaña a Dante riéndose de todo sin importarles quién cague y quien no, porque si no recogen mierda de humanos recogerán finalmente humanos llenos de mierda.


jueves, 6 de octubre de 2011

DEEP Nº7 (Publicado en enero de 2007)

Puedo viajar hasta los confines de mi universo de poca monta. En este caso hago una parada cerca de Saturno para fotografiar sus anillos coloreados de hielo. Si Plutón me lo han quitado, dejo esta visión para cuando yo ya no esté, por si acaso también me quitan los anillos, el pendiente, la cartera y la dulce imaginación que mi madre me dio a cambio de nada.
Hay que tener cuidado con los tesoros que poseemos aun cuando sepamos que son tan sólo baratijas. En cualquier descuido nos dejan desnudos con la piel al viento y la cara de "Benny Hill".
La belleza se puede tener en algún aspecto pero, con las mismas nos la pueden arrebatar con guantes blancos de ocultas uñas negras. O abandonarla nosotros mismos como necios de campeonato.
Un buen día nos damos cuenta de que por el camino hemos dejado la virtud, la inocencia, la generosidad, los sueños, la honestidad y el buen humor. Y es entonces cuando tenemos que cargar con un ser ruin, apestado, corrompido y vano como el gran esfuerzo que no ha valido la pena.
Propongo que cada un@ busque la materia valiosa a la que agarrarse cuando el mundo le caiga encima. Yo por ejemplo, escondo en el fondo de mi alma decaída este puñadito de anillos con color. Y sonrío al cielo con los dientes podridos hasta que caigan disueltos para convertirse en polvo de estrellas, y gritar así que me devuelvan la belleza perdida llamada juventud.

viernes, 15 de julio de 2011

DEEP Nº6 (Publicado en diciembre de 2006)


El simbolismo que adquiere una puerta arrancada y apoyada en una pared cuando el año empieza es de cajón.

La madera con mirilla pide a gritos que se investigue lo que oculta como una tapadera en el camino de quien tiene la obligación de comer una olla desconocida y fría.

La puerta espera el aliento del incauto en el descansillo de un piso de antigua construcción. Ignorante y picado de curiosidad intenta acercarse para abrir.

Pasamos el tiempo y la vida traspasando umbrales, vallas con barro y dificultades como puños.

La raquítica luz que ilumina su cuerpo de serrín lame derramada su piel de pintura plástica y sus cierres de risa. Pero la potencia de su ser radica en lo que guarda tras ella, como el envoltorio de un regalo envenenado o de un intestino limpio tras una lavativa de pera.

Podemos llamar y que no nos abran; podemos dejar por debajo una carta de amor y que nunca tenga respuesta; podemos quedarnos quietos frente a ella o tirarla a patadas; podemos llevar llave, pero no la adecuada; podemos incluso no querer entrar y bajar a la calle a mojarnos con la fina lluvia del desprecio y ella, puerta del abandono, inamovible pero inquieta mantiene su interior guardado a fuerza de deseo contenido.

Pero seguiremos traspasando puertas como esta hasta que descubramos que desde el año en que estamos, al pasar por ella sólo encontremos otro año y se acabó el misterio. Estamos hechos de portazos dados a nuestras espaldas y en nuestras narices.

¿Hay alguien ahí?

viernes, 10 de junio de 2011

DEEP Nº5


Hay rincones vacíos que suspiran por un relleno. Hay enchufes sin conexión que suplican alguna introducción, aunque sea por aparatos eléctricos impotentes y en desuso, como un placebo para el ansia que desata un ilusorio orgasmo. El espacio sin nada, espera inflarse de algo.

Esta esquinita formada por manises fríos y algo sucios puede inquietar por lo que allí ha podido pasar o por lo que podrá albergar. Su insana imagen habla de horror y daño. Yo al menos no me imagino allí a ninguna chica secándose el pelo con olor a champú para ir al cine con un galán perfecto. Mas bien veo escenas infilmables de películas "snuff". Los salpicones de sangre los pone mi calenturienta cabeza enferma. Veo instrumental quirúrgico, máscaras de látex en un cuerpo con el torso desnudo, gritos desesperados y una cámara fija por la que todos miramos tras la autópsica post-producción.

El aire irrespirable adorna la terrible imagen provocando arcadas de puro miedo y los sonidos de golpes, cortes y huesos rotos ponen a nuestros pies la locura más absoluta, hasta que la muerte resbala por las paredes como una capa de ausencia eterna. Tengo que dejar de mirar ese oscuro rincón. Tengo que dejar de oír, de respirar y de sentir esa fragilidad profunda que noto por pensar así. Me gustaría que todo quedara en inofensivas pesadillas como nubes de tolueno que desaparecen al despertar de una condenada resaca. Pensar el dolor y nada más.

Me gustaría despertar con el corazón agitado y poder abrazar temblando a mi pequeño amor y besarla como si fuese la primera vez. No quiero nada más. Siempre así. Siempre.

Hay corazones vacíos que suspiran por un relleno.

lunes, 25 de abril de 2011

POLAROID INÉDITA


Todo se mueve. De la oscuridad a la luz. Del sol de la tarde al apagón de un cortocircuito. Mi vida se mueve como un vagón descontrolado y sin destino. Los estados alterados forman parte de mi normalidad, que me empujan a una realidad distorsionada, casual y arrítmica. Mi corazón bombea mentiras a través de un interior defectuoso y sombrío. La velocidad que imprimen mis nervios revuelca mi cordura como una débil llama a la intemperie. La foto está movida. Surge de la desazón de mis manos inquietas, inestablemente insanas. No soy un ser deprimido. Soy un ser alterado. Maniático y doliente. A veces creo estar en calma, pero es tan sólo la alucinación atroz de un ensueño hermético. Todo se mueve en esta polaroid malgastada. No consigo definir los objetos, los paisajes, las luces de la tarde que mi piel refleja, las cálidas vivencias resbaladas en mis mejillas por unos ojos muertos. Entretanto ignoro sonrisas que se estrellan y fulminan, en el congelador portátil de mi cámara de fotos instantáneas. Todo se mueve. Como mis deseos insatisfechos. Como mi enorme amargura arraigando y penetrando en lo más hondo de mi quietud. La sustancia en mi sangre.
Todo al fin se mueve.

POLAROID INÉDITA


Ella lo sabe. Cumpliremos casi veinticinco años juntos. Con lagunas profundas y charcas que no pasan de los tobillos. Con hartazgos de amor y desamor; secretos entre mis manos entumecidas y su cuerpo de astillas negras. Negras de tanto arder en noches innumerables y dolosas. Ella lo sabe y calla. Calla tanto que su silencio cromado me perturba. Nunca se quejó de nada. Incluso después de estrellarla contra escenarios de soledad y ansia. Siempre he creído que me pondría una demanda por malos tratos. Pero la muy puta calla. Y esconde una dignidad (¡insana!) que para mí quisiera. Al acariciarla grita. Pero grita convulsa porque condeno su hermosura soñada y la transformo en un ridículo objeto de feria. No debiera ser yo quien la acariciara, quien la poseyera. Ella lo sabe. Y calla. La muy puta. La golpeo con la rabia de quien no puede (ni es capaz) sacar nada decente de ella. Atacando este instrumento cuasi sagrado, la catarsis higieniza la suciedad visceral que fluye por mis propias venas como sangre podrida.
Ella lo sabe y calla.


DEEP Nº 4

POLAROID 7


Lo primero que busca el viajero es un sitio donde instalarse. Si tienes riñón no hay problema. Si tienes medio riñón puedes quedarte en un hotel hasta que encuentres algo mejor. Si tienes un cuarto de riñón puedes buscar hostales o pensiones, pero si no notas en tu cuerpo ese órgano ya te puedes ir buscando alguna habitación con baño compartido.
Nuestro viajero pasó por esta calle y antes de entrar tiró la botella de agua consumida que aparece en el asfalto, como una piel más arrancada, como una necesidad satisfecha por los pelos.
Él no puede poner remitente por el momento en las cartas que tenga que escribir a sus orígenes. Más fácil lo tiene quien no los tiene.
Al entrar en la habitación extraña tiene un impulso patético de hacerla suya. Pero las noches frías le recuerdan una y otra vez su propia desnuda soledad que alguna vez tendrá que llenar.
De su maleta rota saca dos fotos sudadas del tiempo que le miran desde unos ojos que a menudo le derrotan: una de sus padres, otra de sus hermanos y hermanas, haciendo de recuerdo maldito por su calidez fingida o por esa presencia de la que siempre quiso huir.
El primer desayuno se resuelve con un trozo de pan duro y algo de chocolate derretido por el viaje.
Al salir a la calle ve la botella de agua vacía que él mismo tiró.
Camina sin prisa y con emoción por la novedad, como un corazón trasplantado impulsando sangre extraña.
Transita despistado y abatido hasta que el sol se apaga.
Es domingo y debe esperar la polaroid del lunes.
Esa noche los crujidos son nuevos y no le dejan dormir. Se levanta y orina el agua que bebió de la botella vacía, tan vacía como esas manos suyas con que llegó.

DEEP Nº 3

POLAROID 6

martes, 19 de abril de 2011

DEEP Nº 2

POLAROID 5

Una maleta rota es lo que se ve. Es quizá lo único que trae el viajero que llega a cualquier parte y al que, tarde o temprano, algo se le rompe siempre como a un espejo en espera de un impacto fatal, esperando tan solo saber el momento exacto en que eso ocurrirá (igual ahí reside la gracia…).
Lo primero que vislumbra el recién llegado a cualquier lugar suele ser siempre una cruz altiva colgada en lo alto de cualquier barrio obrero, al lado mismo del mismo descampado de turno, con los mismos rastrojos y malas hierbas de siempre, esas que suelen ejercer de aviso y a la vez de reclamo para todos. Todos solemos llegar rotos y muy rotos nos solemos ir, humanos circulares, devoradores. Somos incalculablemente frágiles. Nos rompemos por todo y por todos lados: por un accidente de coche, por un desamor, por una enfermedad, por un pequeño contratiempo, por un mal gesto, por un mal paso…
Y aún así seguimos yendo y viniendo como si algo sobrenatural nos impidiera detenernos a pesar de todo. Y ahí quizás es donde se obra el milagro. Bienvenido viajero roto, te lo digo yo que me rompí al nacer.

miércoles, 6 de abril de 2011

DEEP Nº 1

POLAROID 4

Otra puerta de entrada a esta ciudad: La sala de partos del Hospital comarcal de Elda. Maternidad es la tierna bienvenida para los y las que llegan, un “hola” afectuoso cargado de veneno. La matrona muestra su médica sonrisa irónica ayudando a traer chiquillos y chiquillas como pollitos enfilados al matadero: “Ale!, os propongo hacer turismo en esta vida oscura y extraña”.

En la foto, en un primer término aparece una caseta que yo diría que es la aduana para que cada niño pague peaje. Que sea caro o barato ya se verá. Entre palmeras y sollozos se empujarán buscando un sitio, aunque lo más seguro es que cada uno esté usurpado, o haya ardido, o que tan sólo sea inexistente. Pero en algunos escasos casos, aunque lleguen con las manos vacías, conseguirán ser felices si son lo suficientemente listos. Inteligentes para comprender que amor y dolor son componentes de una pasta total que vuelve y se revuelve como una albóndiga a fuego lento en la sartén de la tierra.
Por favor, no seáis borricos. Intentadlo al menos, aunque os dejéis la vida en ello.

martes, 15 de marzo de 2011

DEEP Nº 0

POLAROID 3

El comienzo duele. La incertidumbre salta al estómago como una feroz hambruna. La llegada puede ser un punto final, un saludo al adiós, un renacer caduco, una parada más.
La puerta que es la estación de Elda- Petrer se abre de par en par como una amante insatisfecha, como un faro en el espigón del sueño. Se sigue abriendo como siempre se abrió, cálida y húmeda para todos los viajeros de ahora y de antes.
Las vías forman el camino donde los vagones se desplazan atestados de gentes que igual vienen, igual se van. Vagones con humanos intemporales, trasunto de pateras con inmigrantes o emigrantes que para el caso no hay diferencia en la tristeza o en la esperanza.
Así llegaron muchos y así se fueron.
Y la estación espera, siempre espera.